Entrevista a Soledad Cutuli sobre su experiencia en el marco de la beca posdoctoral Marie Sklodowska-Curie

01/07/2025 - 15:00

El 9/06 conversamos con María Soledad Cutuli sobre su experiencia en Madrid en el marco de la beca posdoctoral Marie Sklodowska-Curie y su posición actual.

Soledad es Doctora en Antropología y Profesora de Enseñanza Media y Superior en Ciencias Antropológicas, orientación sociocultural, por la Universidad de Buenos Aires. Actualmente trabaja como investigadora “César Nombela” / Talento CAM en el Departamento de Antropología Social y Psicología Social de la Universidad Complutense de Madrid. Entre 2022 y 2024 fue investigadora Marie Sklodowska-Curie/UNA4CAREER en la UCM, e investigadora visitante del “Kenniscentrum voor Coöperatief Ondernemen” (KCO) de la KU Leuven (Bélgica). Su investigación articula los aportes de la antropología política con los estudios sobre sexualidades y género, para indagar en el proceso de politización de las personas trans, las iniciativas asociativas y la construcción de demandas en torno al trabajo.

Entrevista realizada por Florencia Graziano y Milena Annechiaricco, responsables del área de Vinculación social y convenios internacionales del Instituto de Ciencias Antropológicas.

FG y MA - ¿Querés contarnos un poco qué estás haciendo y donde, actualmente?
SC - Actualmente, estoy trabajando en la Universidad Complutense de Madrid con un contrato de atracción de talento de la Comunidad de Madrid llamado César Nombela, que está diseñado para personas que han estado al menos dos años fuera de España. Este programa es parte de las iniciativas del Estado español para repatriar a quienes se fueron durante la crisis y la pandemia, y también permite la entrada de extranjeros.

Mi trayectoria en la Complutense comenzó con un contrato anterior, un Marie Curie cofinanciado, al que postulé durante la pandemia. En aquel momento, estaba buscando hacer una estancia corta, como de tres meses. Sin embargo, mientras buscaba opciones  encontré una publicación  en el Facebook de Ignacio Pichardo, un antropólogo super reconocido en temas LGBT,  compartiendo una convocatoria en la que podía postularme. A pesar de las dificultades logísticas y de estar confinada en casa con un bebé y un marido que trabajaba en un sector esencial, logré presentar mi solicitud y finalmente obtuve el contrato.

Desde mayo de 2022, he estado viviendo y trabajando en Madrid, aunque he tenido que manejar una vida algo nómade, moviéndome entre Madrid, Lovaina y Buenos Aires. A lo largo de este tiempo, dí  clases en la universidad, específicamente en Antropología Política y Antropología de Género, lo que ha sido una experiencia enriquecedora. Además, me he involucrado en redes de investigación y he participado en otras actividades de docencia y trabajo de campo, tanto en España como en Argentina.

Mi experiencia ha sido muy positiva a pesar de los desafíos, y he encontrado un gran apoyo en nuevas y viejas colegas y amigas, lo que ha facilitado mi adaptación y trabajo en el extranjero.

¿Qué aspectos de la convocatoria tuviste en cuenta para aplicar (duración, destino, flexibilidad, financiamiento)?

A la hora de decidir postularme al contratoa Marie Curie, tuve en cuenta varios aspectos de la convocatoria que fueron determinantes. Por un lado, la duración del contrato, al ser de un año, renovable,  me daba cierta flexibilidad para probar la experiencia sin asumir un compromiso a largo plazo desde el inicio, algo que valoré especialmente porque estaba considerando mudarme con mi familia, lo que implicaba un cambio muy importante.

También influyó en mi decisión la relación previa que tenía con la Universidad Complutense de Madrid a través de Ignacio Pichardo,  quien resultó ser  un contacto clave en mi carrera. Esa familiaridad me daba una sensación de seguridad y confianza en el nuevo entorno académico y personal.

Por último, el financiamiento era sin duda atractivo. Si bien tener una Marie Curie en otros países de Europa implica mejores condiciones económicas, la combinación entre duración, flexibilidad, destino y vínculos previos hizo que la UCM fuera la opción ideal para ese momento de mi vida.

¿Había una relación previa con la institución receptora?

Sí, efectivamente había una relación previa con la Universidad Complutense de Madrid. Conocía a Ignacio Pichardo, un antropólogo que había sido una referencia en mis estudios, desde el año 2011, cuando asistí a un curso de verano que él organizó. A lo largo de los años, hemos mantenido contacto y coincidencias en eventos académicos, lo que facilitó mi conexión con la universidad. Además, la propuesta de Ignacio sobre el contrato Marie Curie y su equipo, que había obtenido una categoría excelente, fue un factor clave en mi decisión de postularme. Así que, sin duda, esa relación previa y el conocimiento que ya tenía de este investigador influyeron mucho en mi elección de venir aquí.

¿Cómo enfrentaste cuestiones logísticas de la estancia, dificultades, aciertos, estrategias?

Enfrentar las cuestiones logísticas de mi estancia en Madrid fue todo un desafío, aunque también tuve bastante suerte, especialmente durante el primer año. Llegué en mayo, cuando el año académico ya estaba terminando, y pronto me di cuenta de lo difícil que era alquilar sin un contrato laboral formal. Por eso, opté por un alquiler temporal a través de Spotahome, una plataforma que me permitió resolver rápidamente el alojamiento inicial, aunque estuviera algo alejado. Como aún no tenía recibo de sueldo, esa solución fue clave. Además, contar con pasaporte italiano me facilitó mucho los trámites migratorios y de contratación.

Un aspecto fundamental fue el apoyo de colegas. Julieta Vartabedian, una colega argentina ya radicada en Madrid, fue un gran sostén: me ayudó con el empadronamiento, me permitió guardar mis cosas en su casa y me brindó contención en un momento de muchos movimientos. Esa red afectiva y práctica fue esencial para adaptarme, especialmente considerando que me estaba mudando con mi familia.

Hubo, por supuesto, dificultades. Una de las más importantes fue no haber podido escolarizar a mi hijo durante 2022. Además, llevé adelante una vida bastante nómade entre Madrid, Bélgica y Buenos Aires, por los propios  requerimientos mismo de la Beca, lo que implicó un gran esfuerzo organizativo para sostener la investigación y, al mismo tiempo, cierta estabilidad familiar.

En definitiva, fue una experiencia compleja pero profundamente enriquecedora. La planificación, el apoyo de colegas y una buena dosis de flexibilidad fueron claves para atravesarla.

¿Cuál fue la duración de la estancia?

La duración inicial de mi estancia fue de un año, y luego se fue renovando. Comencé en mayo y ya tenía claro que volvería a Buenos Aires el primero de noviembre, ya que había planeado hacer dos meses de trabajo de campo allí. Así que, en un principio, mi estancia fue de seis meses, pero luego se fue extendiendo, ya que finalmente decidí quedarme porque me estaba yendo bien en Madrid.

¿Qué actividades desarrollaste?

En mi actual posición en la Universidad Complutense de Madrid, he desarrollado diversas actividades, principalmente en investigación y docencia. Durante la Beca Marie Curie, me involucré en la docencia a través de la asignatura de Antropología Política, y aunque inicialmente era un componente optativo, me di cuenta de que era importante para mi futuro permanecer activa en la enseñanza. Además, he participado en una red llamada COST, que financia el networking entre investigadores de temas similares, lo que me ha llevado a viajar y colaborar con colegas en distintas instituciones. También he realizado trabajo de campo en Buenos Aires y Madrid, lo que ha enriquecido mi experiencia y mis reflexiones metodológicas sobre la etnografía migrante. Por último, he estado publicando y asistiendo a congresos, manteniendo una conexión constante con mi equipo de investigación en el ICA, en Argentina, lo cual es fundamental para mi trayectoria académica.

¿Al finalizar el intercambio tuviste que presentar informe de las actividades académicas desarrolladas? ¿Y rendición financiera por el subsidio recibido?

Sí, al finalizar el contrato, tuve que presentar un informe detallando las actividades académicas que desarrollé. El informe que presenté incluyó tanto la labor docente como las investigaciones realizadas y mi participación en redes académicas. La rendición financiera no se presenta al final sino se rinden los gastos a medida que se van realizando, a través de una plataforma y con una rigurosa auditoría de la universidad.

¿Qué recomendarías a alguien del ICA que quiera realizar una experiencia en el exterior?

Recomendaría a cualquier investigadore, ya sea doctoral o postdoctoral, que quiera realizar una experiencia en el exterior que se anime a hacerlo. Es fundamental tener confianza en una mismao y no dejarse intimidar por la barrera del idioma: aunque no hables perfecto inglés o el idioma del país al que te querés, siempre encontrarás la manera de apañarte. Además, es importante descomplejizar las cosas; a menudo, nuestra producción académica puede ser muy densa y teórica, y al pasarla a otro idioma puede perderse complejidad o no comprenderse del todo. Creo que es fundamental expresar las ideas de la manera más simple y sintética posible.

También es valioso tener referencias de otros que lo hayan logrado, como en mi caso, el ejemplo de mi amiga Cintia del Río, una compañera que había viajado a Granada con una beca de la AUIP, me motivó a seguir adelante. La resiliencia y la capacidad de adaptarse son claves. En resumen, no te limités, mandá tu solicitud y lanzate a la aventura.